
Es fácil mirar a la gente y preconcebir ideas erróneas y totalmente descaminadas de la realidad, rápidas y fuertes como el acero, martilleando dentro de nuestras cabezas sobre alguien, personas totalmente escondidas de la sociedad, sobre sus parientes o acerca de su pasado. Pero estarían asombrados ante el dolor y las lágrimas que oculta una sola sonrisa. Lo que una persona así muestra al mundo es solo una minúscula faceta del iceberg recóndito y abandonado a la deriva, en medio del océano fraudulento, fuera del alcance de nuestros inconscientes ojos. Lo que uno no sabe, es que la mayoría de las veces, si se para uno a observar o se concede un momento para examinar el colosal témpano de hielo, verá que está marcado con grietas y cicatrices que recorren todo el camino hasta los cimientos de su alma. Acechando al derrumbe.
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