domingo, 22 de enero de 2012

Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.


Vamos a ser realistas. ¿Quién no se ha sentido solo alguna vez?



No me refiero a esa soledad sana y gustosa de la que a veces precisamos, sino a la soledad que te hace temer a la oscuridad pues siembra la duda en tu cabeza y no te deja pensar en claro. Te ves parado como un tonto de pie en medio de nada esperando a que alguien aparezca. Si tienes suerte, alguien lo hará. Pero ¿a quién no nos han engañado alguna vez? ¿A quién no nos han fallado las personas a las que más queríamos? ¿Quién no ha metido la pata y hemos fallado a alguien? ¿Quién, cuando estaba en su momento de gloria, ha perdido todo aquello que alguna vez ha amado? ¿Quién no ha caído a un profundo vacío cuando esto ha sucedido? ¿Quién no se ha sentido más solo que nunca? ¿Quién no ha creído desvanecer y ser invisible para los demás? ¿Quién no ha sentido ganas de mirar al cielo y preguntar: ¿Existo realmente? ¿De verdad soy importante o solo estoy aquí como un simple decorado del Belén más coexistente y fraudulento? A todo esto, los que somos más misántropos y precavidos no podemos hacer otra cosa que crearnos una máscara. Una doble cara. Una doble identidad Anti-putadas*. Pero no lo hacemos porque queremos. No. Es algo automático. Como los airbags de los coches, cuando un golpe impacta contra la carrocería, explotan. La vida sigue creando en mi rostro una cruel máscara desbordando agua sorda y helada, tan engañosa como factible. Te consume poco a poco tu verdadero rostro. Tanto, que cuando quieres recordar cómo eras, solo encuentras meras imágenes borrosas. Como dijo Katherine Mansfield: "Es algo terrible estar solo, sí que lo es, claro que sí, pero no bajes tu máscara hasta que tengas otra máscara preparada debajo, todo lo terrible que quieras, pero máscara". La vida es cruel. Ya lo dije en su día. Muchos lo saben. Otros, todavía viven en la inocencia. Pero cuando tienes los pies plantados en el frío suelo de la realidad, no puedes hacer otra cosa que seguir echando poliestireno o yeso a las grietas de tu muro. Yo digo que nos quitemos estas máscaras de tristeza y melancolía de la cara y mostremos nuestro verdadero rostro al mundo, y a quién le guste, BIEN, y al que no, pues también BIEN. Pero siendo objetiva, es más fácil decirlo que hacerlo. Elegir la propia máscara es el primer gesto involuntario humano. Y es solitario. Quién no esté de acuerdo conmigo, por favor le pido, que me enseñe su táctica para poder sobrellevar los golpes. Porque por más Superglú que echo, mi coraza siempre se resquebraja. Siempre siento a mis piernas flagelar. Mis manos temblar como si de gelatina se tratasen. Siento mi cabeza dar vueltas y mis ojos buscar cosas imposibles que mi corazón ya sabe que son difíciles de alcanzar. Solo me queda abrazarme a mí misma y esperar a que todo pase. Solo me queda intentar llorar de pena, fingir, disimular y actuar como quién ha ganado un Goya. Solo me queda poner esa estúpida cara de felicidad que por mucho que haga no se me despegará. Nadie me dijo que venía con sensores de gente incluidos. Solo me queda eso. Pues no. Yo digo que no. Discrepo. Total y absolutamente. Puede que así sea. Pero..¿quién no dice que yo pueda cambiar eso? Vale, sí. Puede que en realidad y por mucho que me empeñe no consiga otra cosa que seguir simulando algo que no soy, pero en mi interior siempre quedará esa pequeña pizca de disconformidad. Siempre iré a mi propia bola. A mi aire. Y eso no me lo quitará nadie. De eso estoy totalmente segura. Y cuando no sepa que hacer ¿Por qué preguntárselo a alguien si tengo el dulce y melodioso sonido del viento que acarrea la única y sabia voz que yo tanto deseo y sé que está de verdad conmigo? Estaré siempre atenta al eco de la hierba mecida por el aire. Al son de las hojas al caer y rozar el suelo para no perderme ninguna clase de señal. Porque ahora si sé que solo, me quedas tú. Solo tú. Y ahí estaré yo, la primera entre bastidores esperando esa lucecita que me deje entrever algo bueno, como chocolate caliente en días de nevada. Algo que, por fin, me alivie.
Pero mientras tanto, viviré a mi manera. Y lo conseguiré. ¿Sabeis por qué? Sencillo. Porque he inventado una máscara que me permite tener una cara como la de cualquier otro. Por eso.



* Pido disculpas a la gente ingenua, boba, crédula e ilusa por dañar la tierna inocencia de sus ojos por esa palabra. Ahora bien, si te molesta, deja de leer. ^,^ a los que no, espero que lo comprendais. :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario